En el corazón de Besanzón, una ciudad llena de historia y cultura, se erige una maravilla antigua que ha resistido el paso del tiempo: la Porte Noire. Este arco de triunfo gala-romano, construido bajo el reinado del emperador Marco Aurelio en el siglo II, es un testimonio de la grandeza y destreza artística de la antigua Roma. Originalmente con una altura de 16,56 metros, esta estructura monumental estaba adornada con esculturas intrincadas que representaban héroes, deidades y escenas de batallas mitológicas, aunque gran parte de este esplendor se ha erosionado con el tiempo.
La Porte Noire, inicialmente conocida como la Porte de Mars, está intrínsecamente vinculada a las victorias militares de Marco Aurelio y Lucio Vero contra los partos en los años 165-166 d.C. Aún se puede discernir la representación de la captura de Ctesifonte, aunque en un estado muy desgastado. La construcción del arco también podría estar relacionada con los disturbios en la región de los secuanos entre los años 171 y 175 d.C., aunque esto sigue siendo especulativo.
Ubicada estratégicamente en el extremo sur del cardo maximus, la vía principal de la antigua ciudad, la Porte Noire servía como una majestuosa entrada donde la carretera desde Italia llegaba a Besanzón. Con el tiempo, se convirtió en parte de las fortificaciones de la ciudad, transformándose de un arco honorario a una puerta de la ciudad.
Durante la Pax Romana, la Porte Noire marcaba la entrada a Besanzón para los viajeros que llegaban de Italia a través de Pontarlier. Pasaban por la actual Chapelle-des-Buis, cruzaban la puerta de Varesco y descendían el Monte Cælius, ahora conocido como Monte Saint-Étienne. Sin embargo, con las invasiones germánicas en el siglo III, la ciudad se fortificó con un muro que rodeaba el río Doubs, incorporando el arco en sus defensas. Este papel defensivo continuó durante la Edad Media, donde el arco delineaba la frontera entre el distrito del capítulo y el asentamiento urbano en expansión.
La Porte Noire era originalmente una estructura esbelta y elevada con una altura de más de 16 metros y una profundidad de solo 2 metros, con una altura del arco que superaba los 11 metros. Probablemente presentaba estatuas en su cima, aumentando su grandiosidad. El arco no era simplemente una puerta, sino un monumento honorario, cuya altura permitía múltiples niveles y registros de relieves decorativos. Las decoraciones eran tan abundantes que parecía que los arquitectos temían dejar algún espacio sin adornar. Esta elección estilística, caracterizada por una profusión de figuras y escenas mitológicas, distingue a la Porte Noire de otros arcos de triunfo gala-romanos.
El arco estaba ricamente decorado con finas tallas que representaban deidades griegas y romanas, héroes mitológicos y escenas históricas del ejército romano. A pesar de la significativa erosión causada por el tiempo, incendios y la fragilidad inherente de la piedra, aún se pueden identificar figuras como los Dióscuros, Dédalo e Ícaro, Teseo y un frenético Ajax. La representación de Júpiter derribando a los Gigantes es otro elemento notable. Sin embargo, interpretar todo el esquema decorativo sigue siendo un desafío debido al deterioro del monumento.
Construida con piedra de Vergenne, un material suave y fácilmente tallable de Haute-Saône, las esculturas intrincadas de la Porte Noire eran particularmente vulnerables a la erosión y la contaminación. A principios del siglo XIX, la condición del arco había deteriorado significativamente, lo que llevó a la ciudad a emprender esfuerzos de restauración. Bajo la dirección de Pierre Marnotte, la restauración se completó en 1827. Otros proyectos de conservación y restauración continuaron a lo largo del siglo XX, culminando en una restauración importante de 2009 a 2011, que tenía como objetivo devolver al arco su color original.
Hoy en día, la Porte Noire se erige como un monumento histórico apreciado, clasificado como tal desde 1840. Los visitantes de Besanzón pueden maravillarse con esta antigua estructura, imaginando su grandeza original y la bulliciosa ciudad romana que una vez la rodeó. El arco, aunque desgastado, continúa inspirando asombro con su imponente presencia y los restos de sus elaboradas decoraciones. Sirve como un recordatorio conmovedor de la rica historia de Besanzón y el legado duradero del Imperio Romano.
Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, la Porte Noire ofrece una fascinante mirada al pasado. Al pararte frente a este antiguo arco de triunfo, casi puedes escuchar los ecos de los soldados romanos y la actividad bulliciosa de una era pasada. La Porte Noire no es solo un monumento; es un portal al pasado, invitándote a retroceder en el tiempo y experimentar la grandeza de la antigua Roma en el corazón del Besanzón moderno.
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