Ubicada en el corazón de Bérgamo, Santi Bartolomeo e Stefano, conocida localmente como Chiesa dei Santi Bartolomeo e Stefano, es un notable testimonio del rico patrimonio religioso y artístico de la ciudad. Esta impresionante iglesia, situada al final del bullicioso Sentierone, invita a los visitantes a explorar su cautivadora historia, belleza arquitectónica y tesoros artísticos.
Los orígenes de Santi Bartolomeo e Stefano están envueltos en una fascinante historia que se remonta a los tumultuosos tiempos del siglo XVI. Originalmente, la iglesia de Santo Stefano ocupaba este terreno sagrado, pero fue destruida en 1561 para dar paso a las murallas venecianas. Los frailes desplazados encontraron refugio en la pequeña iglesia de San Bartolomeo en 1572, gracias a una bula papal del Papa Pío V. Esto marcó el inicio de lo que se convertiría en Santi Bartolomeo e Stefano, una iglesia dedicada a ambos santos.
La construcción de la nueva iglesia se llevó a cabo entre 1604 y 1624, guiada por la visión arquitectónica de Antonio Maria Caneva. La iglesia fue diseñada de acuerdo con los principios de la Contrarreforma, enfatizando la grandeza y la resonancia espiritual. A lo largo de los años, la iglesia ha experimentado varias transformaciones, pero su esencia histórica permanece intacta.
El exterior de Santi Bartolomeo e Stefano es un espléndido ejemplo de arquitectura neoclásica. Completada en 1897 por Giovanni Cuminetti, la fachada es una armoniosa combinación de elegancia y fuerza. Presenta dos niveles separados por una prominente cornisa. La entrada está adornada con un pórtico sostenido por columnas jónicas, que conduce a un frontón. Sobre la entrada, un fresco en luneta de Luigi Galizzi representa a María presentando el Rosario a San Domingo y Santa Catalina de Siena. Las estatuas de San Francisco y San Domingo, creadas por Giovanni Avogadri, adornan el nivel inferior, añadiendo un toque de presencia divina.
Al entrar en Santi Bartolomeo e Stefano, serás recibido por una nave única flanqueada por cinco capillas a cada lado. El presbiterio elevado culmina en un ábside semi-octogonal adornado con un coro de madera. Aquí se encuentra el magnífico Retablo Martinengo de Lorenzo Lotto, una obra maestra del arte veneciano que captura la atención con sus colores vibrantes y detalles intrincados.
El techo de la iglesia es un festín visual, pintado por el artista veneciano Mattia Bortoloni en 1749 y completado por Gaspare Diziani. Conocido como el Cielo Dominicano, el fresco representa la ascensión de San Domingo a la Santísima Trinidad, el Sacrificio de Isaac y la Gloria del Santísimo Sacramento. Esta obra de arte crea una ilusión de mayor altura y profundidad, integrándose sin problemas con las bóvedas pintadas.
Los frescos de la cúpula, creados por Francesco Monti, son una maravilla de integración artística, fusionándose perfectamente con los marcos arquitectónicos de las lunetas. Las paredes están adornadas con complejos enrejados y refinados marcos ovalados, mostrando los 15 Misterios en monocromo por Giuseppe Antonio Orelli, pintados en 1757.
Las capillas dentro de Santi Bartolomeo e Stefano están adornadas con una mezcla de pintura y escultura. La Capilla de la Madonna del Rosario es particularmente destacable por su armoniosa fusión de formas artísticas. Enfrente, la Capilla de San Domingo alberga la pintura de Enea Salmeggia de la Madonna del Rosario con los Santos Domingo y Catalina de Siena, una obra completada en 1605 e instalada en 1862. Los estucos de Muzio Camuzio, datados en 1752, añaden un toque de elegancia barroca.
La sacristía alberga varias obras significativas, incluyendo la estatua de 1440 de la Madonna della Rosa, del escultor Ardigino de Bustis, una pieza que irradia tanto gracia como significado histórico.
Santi Bartolomeo e Stefano es más que un lugar de culto; es un viaje a través del tiempo y el arte, ofreciendo a los visitantes un vistazo al corazón espiritual y cultural de Bérgamo. Ya sea que seas un aficionado al arte, un entusiasta de la historia o un viajero curioso, esta iglesia promete una experiencia enriquecedora que perdura mucho después de haber dejado sus sagradas salas.
En conclusión, Santi Bartolomeo e Stefano se erige como un faro de la fe perdurable y el legado artístico de Bérgamo. Es un destino imprescindible para cualquiera que busque sumergirse en la belleza y la historia de esta encantadora ciudad italiana.
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