En el corazón de Bedford, ubicado en la histórica Plaza de San Pablo, se erige un monumento que rinde homenaje a una de las figuras más influyentes en la reforma penitenciaria: John Howard. Esta estatua, una impresionante figura de bronce, fue levantada en 1890 para conmemorar el centenario de la muerte de Howard. La estatua no solo honra al hombre, sino que también es un testimonio de sus incansables esfuerzos y su legado perdurable en el ámbito de la justicia social.
El camino para erigir esta estatua comenzó con la formación del Comité Conmemorativo de Howard en 1889. El comité eligió la Plaza del Mercado como el lugar ideal para el monumento y seleccionó a Alfred Gilbert, un escultor de renombre, para dar vida a su visión. Gilbert, alumno de Sir Joseph Edgar Boehm, ya era famoso por su trabajo en la Fuente Conmemorativa de Shaftesbury en Piccadilly Circus, Londres.
La estatua fue inaugurada el 28 de marzo de 1894 por Herbrand Russell, el 11º Duque de Bedford, en una ceremonia grandiosa a la que asistieron los Voluntarios de Rifles y la Brigada de Bomberos Voluntarios de Bedford. La inauguración fue un evento significativo, marcado por la presencia de una máquina de bomberos de vapor y una gran multitud de espectadores. Curiosamente, Gilbert, el escultor, decidió no asistir a la inauguración, al igual que había hecho con la Fuente Conmemorativa de Shaftesbury.
Alfred Gilbert (1854-1934) fue un artista de considerable reputación, conocido por sus esculturas intrincadas y altamente detalladas. Formado bajo la tutela de Sir Joseph Edgar Boehm, el trabajo de Gilbert se caracteriza por sus elementos decorativos elaborados y representaciones realistas. Su estatua de John Howard no es una excepción. La figura está vestida con la indumentaria de viaje de la época, simbolizando los extensos viajes de Howard y sus incansables esfuerzos en la reforma penitenciaria.
El trabajo de Gilbert en la estatua de John Howard se compara a menudo con su Fuente Conmemorativa de Shaftesbury, con ambas piezas destacadas por sus pedestales detallados tanto como por las figuras mismas. El pedestal ornamentado sobre el que se erige la estatua está inscrito con las fechas de nacimiento y muerte de Howard, así como la fecha de la erección de la estatua, añadiendo una capa de contexto histórico al monumento.
John Howard (1726-1790) nació en el norte de Londres y se crió en Cardington, Bedfordshire, donde su padre poseía propiedades. En 1773, se convirtió en el Alto Sheriff de Bedfordshire, una posición que lo expuso a las deplorables condiciones de las prisiones locales. Esta experiencia encendió una pasión de por vida por la reforma penitenciaria, llevando a Howard a viajar más de 50,000 millas por Gran Bretaña y Europa para investigar y reportar sobre las condiciones carcelarias.
Los esfuerzos de Howard no fueron en vano. Presentó sus hallazgos a la Cámara de los Comunes varias veces y publicó "El Estado de las Prisiones en Inglaterra y Gales" en 1777, una obra pionera que destacó la necesidad de reformas significativas. Su dedicación a mejorar la vida de los prisioneros le ganó un lugar en la historia como uno de los principales defensores de la justicia social.
El legado de Howard se extiende más allá de sus escritos. Fue activo en el movimiento no conformista en Bedford y jugó un papel clave en la fundación de la Capilla Howard en 1772. La Liga Howard para la Reforma Penal, nombrada en su honor, continúa su misión hasta el día de hoy. Howard también es conmemorado por una estatua en la Catedral de San Pablo, consolidando aún más su lugar en los anales de la historia.
La estatua de John Howard en Bedford es más que un monumento; es un símbolo de la rica historia de la ciudad y su conexión con una de las figuras más importantes en la historia de la reforma penitenciaria. Con aproximadamente 20 pies de altura, la estatua llama la atención y sirve como un recordatorio constante de las contribuciones de Howard a la sociedad.
La ubicación de la estatua en la Plaza de San Pablo, un área central e históricamente significativa de Bedford, añade a su importancia. La plaza misma tiene una rica historia, habiendo sido una vez el sitio de una fuente de agua diseñada por John Usher y presentada a la ciudad por Thomas Wesley Turnley en 1870. Los escalones de esta fuente fueron reutilizados para el pedestal de la estatua, creando un vínculo tangible entre el pasado y el presente.
Para los visitantes de Bedford, la estatua de John Howard es una atracción imprescindible. Su ubicación central la hace fácilmente accesible, y su importancia histórica proporciona una visión fascinante del pasado de la ciudad. Mientras te encuentras frente a la estatua, tómate un momento para reflexionar sobre la vida y el legado de John Howard, un hombre cuyos incansables esfuerzos ayudaron a traer reformas muy necesarias en el sistema penitenciario.
Ya seas un entusiasta de la historia, un admirador de la escultura fina, o simplemente alguien que aprecia la belleza de los monumentos bien elaborados, la estatua de John Howard en Bedford seguramente dejará una impresión duradera. Se erige como un testimonio del poder de la dedicación de un individuo para hacer del mundo un lugar mejor, y continúa inspirando a todos los que la visitan.
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