Situado majestuoso en una colina con vistas a la ciudad de Battipaglia, el Castelluccio, también conocido como Castelluccia, es una fascinante reliquia de la era medieval. Esta notable estructura, encargada por Guaimario IV de Salerno alrededor del año 1000, se erige como un testimonio de la rica historia y destreza arquitectónica de la región. Originalmente construido para proteger una vasta y productiva área económica, el Castelluccio ha evolucionado a lo largo de los siglos y ahora sirve como un símbolo del patrimonio cultural de Battipaglia.
Los orígenes del Castelluccio se remontan a los restos de una antigua estructura militar del siglo VIII o IX, que fueron incorporados en el nuevo edificio encargado por Guaimario IV. Esta fortaleza estratégica fue construida para salvaguardar el Valle del Tusciano y las tierras circundantes, incluidos los importantes monasterios benedictinos de San Mattina de loco Tusciano y S. Arcangelo de Battipalea apud Ebulum. Estos monasterios, mencionados en documentos históricos que datan de 1053, destacan el papel del Castelluccio en la protección de los bienes eclesiásticos y productivos de la región.
La importancia del castillo se subraya aún más por su mención en un documento oficial del Principado de Salerno fechado el 4 de octubre de 1080. Este documento confirmó la posesión de la Iglesia de Salerno del Castellucium de Baptipalla, junto con otras propiedades significativas. La fortaleza también aparece en el inventario de castillos compilado por Federico II de Suabia en 1230-1231, enfatizando su importancia perdurable a lo largo de los siglos.
La arquitectura del Castelluccio es una fascinante mezcla de elementos históricos y mejoras posteriores. Las paredes originales, que datan del siglo VIII o IX, todavía son visibles, proporcionando una visión del antiguo pasado del castillo. Una adición significativa a la estructura es la torre construida durante las expansiones del siglo XIII. La fachada del castillo presenta tres torres cuadrangulares, cada una de las cuales añade a la imponente presencia de la fortaleza.
En el interior, el castillo cuenta con una variedad de características intrigantes. La planta baja se caracteriza por impresionantes bóvedas de crucería talladas en la roca viva, que datan de la construcción original alrededor del año 1000. Los visitantes pueden explorar la pequeña capilla accesible desde el patio interior, una veranda, cocinas, una despensa, un molino y varios baños, incluido uno con una antigua caldera. El castillo también incluye una pequeña gruta, probablemente utilizada como refugio para el ganado, conectada a la estructura principal por paredes internas.
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Durante principios del siglo XX, la noble familia Pignatelli contrató al renombrado arquitecto napolitano Farinelli para transformar el Castelluccio en una gran residencia de verano. Las extensas renovaciones de Farinelli abrazaron el estilo de renacimiento neomedieval, que era popular en ese momento. Esta transformación incluyó la adición de torretas a lo largo de las murallas defensivas y la instalación de reproducciones de pinturas modernas. El apartamento noble consistía en seis habitaciones, siendo la más grande probablemente el gran salón, iluminado por dos grandes ventanas de arco apuntado.
El escudo de la familia Pignatelli todavía es visible en una de las paredes exteriores, cerca de la entrada principal, conmemorando el matrimonio del último heredero del castillo con Ferdinando Ferrara de Olevano. Esta unión simbolizó la fusión de dos casas nobles y es un testimonio del pasado histórico del castillo.
Dentro del patio interior del castillo se encuentra la capilla de la Madonna delle Grazie, un espacio bellamente restaurado que ahora está bajo el cuidado del párroco de la iglesia madre de Battipaglia. La entrada de la capilla está adornada con una pintura de la Madonna delle Grazie, junto con otra que representa a la Santísima Trinidad. El interior presenta numerosas pinturas más pequeñas de ángeles y santos en el techo, mientras que el suelo está cubierto con baldosas en blanco y negro. Detrás del ábside, una reproducción de la pintura de la Madonna de Pompeya está flanqueada por dos figuras angélicas.
Las paredes de la capilla están adornadas con pequeñas pinturas que representan las Estaciones de la Cruz, y cerca de la entrada, los visitantes pueden encontrar pinturas de San Miguel Arcángel y la Madonna en el Paraíso. Estas obras de arte, junto con la restauración completa de la capilla, ofrecen un espacio sereno y reflexivo dentro de los históricos terrenos del castillo.
En los últimos años, el Castelluccio ha experimentado importantes renovaciones, particularmente entre 2015 y 2020, financiadas por la familia Santese. Estos esfuerzos han restaurado el castillo a su antigua gloria, superando retrasos burocráticos y asegurando las autorizaciones necesarias de las autoridades regionales de patrimonio cultural. La dedicación de la familia Santese a la preservación de este monumento histórico es evidente en el nuevo escudo familiar exhibido en la pared exterior del castillo, acompañado por una dedicatoria a la fundación Santese.
Hoy en día, el Castelluccio se erige no solo como un monumento histórico, sino también como un faro cultural para la ciudad de Battipaglia y sus residentes. Sus muros resuenan con las historias de siglos pasados, desde batallas medievales hasta romances nobles, convirtiéndolo en una atracción imperdible para cualquiera que visite esta encantadora ciudad italiana. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, el Castelluccio ofrece un cautivador viaje a través del tiempo, enmarcado por el impresionante paisaje del Valle del Tusciano.
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