En el corazón de Avezzano, Italia, se erige un impresionante testimonio de resiliencia y fe: la Catedral de Avezzano, conocida localmente como Cattedrale di Avezzano. Esta majestuosa estructura, oficialmente dedicada a San Bartolomé Apóstol, no solo es el principal lugar de culto para la comunidad católica de la región, sino también un símbolo del espíritu perdurable de la ciudad a través de siglos de adversidades y reconstrucción.
La historia de la Catedral de Avezzano es una narrativa de perseverancia. En el sitio han existido al menos cuatro catedrales dedicadas a San Bartolomé, todas ellas sucumbiendo con el tiempo a desastres naturales, especialmente terremotos. La primera iglesia conocida, posiblemente dedicada a San Antonio Abad, se construyó alrededor del año 1000. Para el siglo XII, había ganado el prestigioso título de capilla real de manos del rey Guillermo II de Sicilia.
Trágicamente, la estructura original fue parcialmente destruida por el terremoto de 1349. Posteriormente, fue reconstruida y ampliada en estilo renacentista durante el siglo XVI. Esta versión de la catedral recibió el título de iglesia colegiada en 1572. Sin embargo, las fuerzas destructivas de la naturaleza volvieron a golpear, causando daños significativos con los terremotos de 1654 y 1703. El golpe final llegó con el catastrófico terremoto de Marsica de 1915, que destruyó completamente la iglesia.
Tras el desastre de 1915, se decidió trasladar y reconstruir la catedral en el corazón de la ciudad recién reconstruida. El ambicioso proyecto fue liderado por el obispo Pio Marcello Bagnoli y diseñado inicialmente por el arquitecto Sebastiano Bultrini. La construcción comenzó el 15 de septiembre de 1930, bajo la supervisión del ingeniero alemán Rodolfo Stoelcker. Sin embargo, las limitaciones financieras pronto detuvieron el progreso.
La fortuna sonrió al proyecto cuando Benito Mussolini visitó Avezzano el 11 de agosto de 1938, lo que permitió obtener los fondos necesarios. La catedral se completó en tres años y fue consagrada el 22 de enero de 1942. Se convirtió en la iglesia madre de la Diócesis de Marsi, un título transferido a Avezzano en 1924 por la bula Quo aptius del Papa Pío XI.
La moderna Catedral de Avezzano presenta una impresionante fachada neorrenacentista hecha de travertino. Los tres grandes portales están adornados con intrincados mosaicos que representan a Cristo flanqueado por los dos protectores de la ciudad, San Bartolomé y la Madonna de Pietraquaria. El campanario de la catedral, ubicado en la Via Guglielmo Marconi, es el más alto de la ciudad, erigiéndose como un faro de fe y resiliencia.
Al entrar, los visitantes son recibidos por un diseño en forma de cruz latina con tres naves separadas por robustos pilares. El interior está bañado en luz gracias al rosetón y las vidrieras que adornan la cúpula. Por encima de los arcos, las cornisas añadidas durante las restauraciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial aportan un toque de elegancia al espacio.
Las tres naves cuentan con ábsides, pero solo el ábside central, de forma circular, se extiende más allá del perímetro de la iglesia, elaborado con piedra blanca local. El coro, flanqueando el altar principal, alberga un órgano construido en 1975 por la Fábrica Pontificia de Órganos Comm. Giovanni Tamburini, añadiendo un telón de fondo armonioso al ambiente sagrado.
Los elementos del presbiterio, incluyendo el altar principal, el ambón y el candelabro pascual, fueron creados en 2020 por el artista Alberto Cicerone. Estas piezas, elaboradas en mármol de Carrara y adornadas con decoraciones florales de porcelana de Capodimonte, ejemplifican la mezcla de tradición y arte contemporáneo que define a la Catedral de Avezzano.
La Catedral de Avezzano es más que un simple lugar de culto; es un monumento vivo a la historia y la resiliencia de la ciudad. A pesar de la devastación causada por terremotos y bombardeos durante la guerra, se mantiene erguida como un faro de esperanza y fe. La restauración de la catedral después de los bombardeos de 1944, guiada por los arquitectos Pasquarelli y Giuseppe Mazzocca, culminó en su nueva consagración el 4 de septiembre de 1949, nuevamente dedicada a San Bartolomé Apóstol.
Para los visitantes de Avezzano, la catedral ofrece una profunda visión del alma de la ciudad. Su rica historia, esplendor arquitectónico y las historias de perseverancia que encarna la convierten en un destino imprescindible. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o un buscador espiritual, la Catedral de Avezzano promete una experiencia profundamente enriquecedora.
En conclusión, la Catedral de Avezzano no es solo un edificio; es un testimonio del espíritu perdurable de la gente de Avezzano. Sus muros resuenan con los relatos de siglos pasados, invitando a los visitantes a explorar, reflexionar e inspirarse en la resiliencia y la fe que han moldeado esta notable ciudad.
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