Sube a bordo del Don Fernando II e Glória, una majestuosa fragata de casco de madera cargada de historia y grandeza marítima. Situada a lo largo de la margen sur del río Tajo en Cacilhas, Almada, Portugal, esta notable embarcación ofrece a los visitantes una visión única de la época dorada del poder naval y la exploración portuguesa.
La historia del Don Fernando II e Glória comienza a principios del siglo XIX, en los frondosos bosques de teca de Nagar-Aveli en la India portuguesa. Concebida por el Intendente de la Armada Real de Goa, Cândido José Mourão Garcez Palha, la fragata fue ideada como un testimonio del legado marítimo perdurable de Portugal. Autorizada por el Rey João VI en 1824, la construcción del barco enfrentó numerosos retrasos debido a la turbulencia política y económica, hasta que fue finalmente botada en 1843 y remolcada a Goa para su equipamiento.
Nombrada en honor al Rey Fernando II de Portugal y Nuestra Señora de la Gloria, la fragata era una maravilla de la ingeniería naval. Con amplias acomodaciones diseñadas para largos viajes, fue construida para soportar las exigencias de la Carreira da Índia, la legendaria ruta que conectaba Portugal con sus colonias en India.
El viaje inaugural del Don Fernando II e Glória tuvo lugar entre febrero y julio de 1845, bajo el mando del Capitán Torcato José Marques. Con una tripulación de 145 hombres, la fragata navegó desde Goa hasta Lisboa, marcando el comienzo de una carrera ilustre. A lo largo de los años, el barco emprendió diversas misiones, desde el transporte de unidades militares y colonos hasta el traslado de administradores coloniales e incluso convictos exiliados a los confines del Imperio portugués.
Uno de los momentos más conmovedores en la historia de la fragata ocurrió en 1852, cuando transportó a la emperatriz consorte de Brasil, Amélie de Leuchtenberg, y a su hija enferma, la princesa María Amélia de Brasil, a la isla de Madeira. A pesar de las esperanzas de la princesa de recuperarse, sucumbió a la tuberculosis cinco meses después.
La fragata también jugó un papel crucial en la exploración y colonización de África. En 1854, transportó al explorador portugués António da Silva Porto y a los miembros de su expedición a Angola después de su monumental viaje a través del continente. La participación del barco en la colonización de Huíla, Angola, en 1860, consolidó aún más su lugar en la historia.
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En 1865, el Don Fernando II e Glória pasó de ser un buque de guerra a convertirse en un buque escuela, reemplazando al Vasco da Gama como la Escuela de Artillería de la Marina Portuguesa. Durante los siguientes 75 años, sirvió como aula flotante, formando a generaciones de cadetes navales. El último viaje marítimo del barco tuvo lugar en 1878, rescatando a la tripulación del bergantín americano Lawrence Boston cerca de las Azores antes de regresar a Lisboa.
A pesar de su ilustre servicio, la fragata enfrentó un trágico giro de los acontecimientos en 1963. Un devastador incendio estalló durante trabajos de reparación, dañando gravemente el casco y la estructura del barco. Durante casi tres décadas, los restos carbonizados del Don Fernando II e Glória yacieron abandonados en los bancos de lodo del río Tajo, un recordatorio sombrío de su antigua gloria.
En 1990, la Marina Portuguesa y la Comisión Nacional para la Conmemoración de los Descubrimientos Portugueses emprendieron un ambicioso proyecto para restaurar la fragata a su esplendor de la década de 1850. Liderado por el Contraalmirante Francisco de Figueiredo e Silva Cunha Salvado, el esfuerzo de restauración obtuvo un amplio apoyo público y privado. Para 1998, el Don Fernando II e Glória fue reinstalado como Unidad Auxiliar de la Marina y entregado al Museo de la Marina.
La restauración del barco fue celebrada internacionalmente, ganando el Premio Internacional de Patrimonio Marítimo del World Ship Trust. Reconocido como uno de los logros más sorprendentes en la preservación de barcos históricos, el Don Fernando II e Glória se erige como la cuarta fragata armada más antigua y el octavo buque de guerra a vela más antiguo del mundo.
Hoy en día, el Don Fernando II e Glória es un cautivador barco museo, ofreciendo a los visitantes un viaje inmersivo a través de la historia marítima de Portugal. Al subir a bordo, serás transportado en el tiempo, explorando las cubiertas y camarotes meticulosamente restaurados del barco. Desde los aposentos del capitán hasta la cubierta de artillería, cada rincón de la fragata cuenta una historia de aventura, exploración y resistencia.
Maravíllate con los impresionantes mástiles y aparejos del barco, e imagina la vista de sus velas hinchadas por el viento mientras atravesaba los mares. Conoce la vida de los marineros que llamaron hogar a este barco, sus rutinas diarias y los desafíos que enfrentaron en sus largos viajes. Las amplias acomodaciones del barco, que una vez fueron un refugio para los viajeros cansados, ahora sirven como testimonio de la ingeniosidad y destreza de sus constructores.
El Don Fernando II e Glória no es solo una reliquia del pasado; es un monumento viviente al espíritu indomable de Portugal y su conexión perdurable con el mar. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado marítimo o simplemente un viajero curioso, una visita a esta magnífica fragata es una experiencia inolvidable que te dejará con una apreciación más profunda del rico tapiz del patrimonio naval de Portugal.
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