En el centro del pintoresco pueblo de Albert, Francia, se encuentra la impresionante Basílica Notre-Dame de Brebières. Esta maravilla arquitectónica, con su estilo neo-bizantino, cautiva a los visitantes con su rica historia y su impresionante diseño. Ya sea que te apasione la historia, la arquitectura o simplemente seas un viajero curioso, esta basílica promete un fascinante viaje a través del tiempo.
Los orígenes de Notre-Dame de Brebières como un sitio de culto mariano se remontan a los siglos XI y XII. Sin embargo, la basílica tal como la conocemos fue construida a finales del siglo XIX, gracias a los esfuerzos de Anicet Godin, el párroco de Albert. La iglesia parroquial original, terminada en 1705, fue considerada demasiado pequeña para el creciente número de peregrinos, lo que llevó a la construcción de una nueva y más grandiosa basílica.
En 1895, la basílica fue inaugurada con gran pompa, ganando el título de basílica menor por el Papa León XIII. El pontífice imaginó que Albert se convertiría en el Lourdes del Norte. Desafortunadamente, la basílica no se libró de los estragos de la Gran Guerra. En 1915, un proyectil golpeó la cúpula, haciendo que la estatua de la Virgen María se inclinara peligrosamente, dando lugar a la leyenda de que la guerra terminaría cuando la estatua cayera. Esta Virgen Inclinada se convirtió en un símbolo de esperanza y resistencia.
Después de la guerra, la basílica fue meticulosamente reconstruida entre 1927 y 1931 por Louis Duthoit, hijo del arquitecto original, Edmond Duthoit. La nueva estructura replicó fielmente el diseño original, preservando su estilo neo-bizantino. La fachada de la basílica es una obra maestra del diseño, con un gran pórtico con tres portales bajo la imponente torre del campanario.
El mayor orgullo de la basílica es su campanario de 76 metros de altura, coronado por una cúpula y una estatua dorada de la Virgen María, creada por el escultor Albert Roze. Esta estatua, cubierta con 40,000 hojas de oro, se erige como un faro de fe, con los brazos del Niño Jesús formando una cruz. Los visitantes pueden ascender a una galería a 60 metros sobre el suelo, ofreciendo impresionantes vistas de Albert y el campo circundante.
Dentro, la basílica es un tesoro de arte e historia. El interior fue restaurado a su antigua gloria, conservando gran parte de la decoración original. El nártex presenta un techo con tres cúpulas de planta cuadrada, sostenidas por amplios arcos dobles. Cada portal está adornado con mosaicos de estilo bizantino de Albert Polart.
Los mosaicos de la basílica, diseñados por Albert Polart y Le Breton, y elaborados por Jean Gaudin, adornan los suelos, las paredes y el mobiliario. Las vidrieras de Jacques Gruber añaden un caleidoscopio de colores, representando escenas bíblicas y santos. Un punto destacado es el mosaico en el ábside, que representa la coronación de la Virgen, originalmente creado por Giandomenico Facchina y restaurado después de la guerra.
La basílica alberga una variedad de esculturas, incluida una réplica de la original Madonna de las Ovejas de Albert Roze. Otras obras notables incluyen medallones que conmemoran a la familia Duthoit, y estatuas de santos creadas por Albert Roze y Louis Leclabart. La basílica también cuenta con dos pinturas de Adrien Duthoit, sumando a su patrimonio artístico.
Los amantes de la música apreciarán los órganos de la basílica, que tienen una rica historia. El órgano original, destruido durante la Gran Guerra, fue reemplazado en 1958 por un instrumento de Jacquot-Lavergne, incorporando tubos del órgano anterior. Los recientes esfuerzos de restauración han asegurado el uso continuo del órgano, preservando su rico sonido para las generaciones futuras.
Más allá de su atractivo arquitectónico y artístico, la Basílica Notre-Dame de Brebières es un lugar de reflexión espiritual e inspiración. La atmósfera tranquila de la basílica invita a los visitantes a detenerse y contemplar, ofreciendo un respiro del ajetreo y el bullicio de la vida diaria.
Ya sea que te atraiga su historia, su belleza o su significado espiritual, una visita a la Basílica Notre-Dame de Brebières es una experiencia inolvidable. A medida que exploras sus sagrados pasillos y admiras sus intrincados detalles, te encontrarás transportado a un mundo donde la historia y la fe se entrelazan, dejando una impresión duradera en tu corazón y alma.
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