El Parque Bruno Weber, ubicado en los tranquilos paisajes de Adliswil cerca de Zúrich, Suiza, es un mundo de fantasía que promete cautivar la imaginación de cada visitante. Este parque de esculturas único, que se extiende sobre 20,000 metros cuadrados, es un testimonio del genio creativo del artista suizo Bruno Weber. Al recorrer este reino fantástico, te verás transportado a un mundo donde el arte y la naturaleza se fusionan de manera armoniosa, ofreciendo un festín para los sentidos y un viaje a la mente de un artista visionario.
El Parque Bruno Weber no es solo un parque; es una experiencia inmersiva. Diseñado como un Gesamtkunstwerk, o una obra de arte total, el parque refleja la evolución artística de Weber desde pintor y artista gráfico hasta maestro de la escultura en concreto. Los vibrantes mosaicos y las intrincadas esculturas del parque recuerdan al Parque Güell de Antoni Gaudí en Barcelona, una gran influencia en el trabajo de Weber. Al entrar en el parque, serás recibido por columnas imponentes, relieves y gárgolas, cada uno contando su propia historia.
La arquitectura del parque es verdaderamente mágica. En la entrada, una torre de 12 metros de altura se erige como un centinela, ofreciendo vistas panorámicas del Valle del Limmat. La finca en sí se transforma en un castillo de cuento de hadas, adornado con coloridos mosaicos y esculturas de animales encantadores. Uno de los puntos destacados del parque es el Wassergarten, un jardín acuático que presenta dos perros alados de 100 metros de largo que forman un puente peatonal. Esta área también incluye un salón de baile, perfecto para eventos en un entorno que parece salido de una novela de fantasía.
El concreto, un material a menudo asociado con la construcción urbana, cobra nueva vida en las manos de Bruno Weber. Sus esculturas, que van desde criaturas míticas hasta formas abstractas, están elaboradas con un meticuloso detalle. La puerta del dragón, una característica impresionante del parque, simboliza el equilibrio entre lo masculino y lo femenino, un tema recurrente en la obra de Weber. Esta puerta es un prototipo de la escultura Drachentor, que representó a Suiza en la Expo Mundial de 1992 en Sevilla.
Aventúrate en el bosque mágico, donde la naturaleza y el arte convergen en una danza armoniosa. Aquí encontrarás dos figuras de dragones que custodian la entrada, invitándote a explorar las maravillas que se encuentran dentro. El bosque alberga numerosas esculturas, cada una fusionándose de manera perfecta con el entorno natural. Al recorrer los senderos, te encontrarás con la Diosa de la Fuente, una de las primeras esculturas en concreto de Weber, a la que cariñosamente se refería como su personaje indio.
El Parque Bruno Weber es un testimonio del legado perdurable del artista. Desde 1962, Weber, junto con su esposa y más tarde su hija, dedicaron sus vidas a expandir y enriquecer el parque. A pesar de enfrentar desafíos legales y obstáculos financieros, el parque ha perseverado, gracias al apoyo de la fundación Bruno-Weber-Stiftung y una comunidad apasionada de voluntarios y entusiastas del arte.
En los últimos años, el parque ha realizado esfuerzos significativos para preservar y mantener sus estructuras únicas. Los administradores del parque han trabajado incansablemente para asegurar financiamiento e implementar reformas estructurales, asegurando que este refugio artístico continúe inspirando a las futuras generaciones. Los Amigos del Parque Bruno Weber, una sociedad dedicada de seguidores, han jugado un papel crucial en reunir apoyo público y asegurar el futuro del parque.
Accesible por transporte público, el Parque Bruno Weber es un destino imprescindible para los amantes del arte y los entusiastas de la naturaleza por igual. Ya sea explorando los intrincados mosaicos, maravillándote con las esculturas imponentes, o simplemente disfrutando de un paseo tranquilo por los jardines, el parque ofrece una experiencia única que es tanto encantadora como estimulante para la reflexión.
En conclusión, el Parque Bruno Weber es más que un jardín de esculturas; es un vibrante tapiz de arte, naturaleza e imaginación. Se erige como un tributo a la creatividad sin límites de Bruno Weber y un recordatorio del poder transformador del arte. Al dejar este lugar mágico, te llevarás una sensación de asombro e inspiración, ansioso por regresar a este cautivador mundo donde los sueños toman forma en concreto y color.
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