El Castelo de São Filipe, situado majestuosamente en una colina con vistas a la ciudad de Setúbal, es un fascinante testimonio de la rica historia de Portugal y su arquitectura militar estratégica. Esta fortaleza, enclavada en el impresionante Parque Natural de Arrábida, ofrece a los visitantes una ventana al pasado mientras brinda impresionantes vistas del río Sado y el océano Atlántico.
La historia de Setúbal se remonta a tiempos prehistóricos, con ocupaciones sucesivas de fenicios, cartagineses y romanos. La importancia estratégica de este puerto atlántico llevó a la construcción de murallas defensivas durante el reinado del rey Afonso IV en el siglo XIV, con el objetivo de proteger la ciudad de los ataques piratas.
La idea de una fortificación moderna surgió durante el reinado del rey João III en el siglo XVI. Sin embargo, las limitaciones financieras retrasaron su construcción. No fue hasta el dominio español bajo el rey Felipe I que el proyecto cobró impulso. En 1582, el propio rey colocó la primera piedra, con un diseño atribuido al arquitecto militar italiano Filippo Terzi. La fortificación se completó en 1600 bajo la dirección de Leonardo Torriani, otro reconocido ingeniero militar.
Los visitantes que ingresan por la puerta occidental son recibidos por una robusta estructura defensiva, con un diseño irregular en forma de estrella con seis baluartes. El diseño distintivo del fuerte se atribuye al arquitecto italiano Capitán Fratino, quien creó un diseño que aprovechaba la inclinación pronunciada hacia el mar, mejorando sus capacidades defensivas.
En el interior, un túnel de piedra con una suave escalera conduce a la terraza principal, donde se encuentran la casa de mando y la capilla. La capilla, dedicada a San Felipe, es uno de los puntos destacados de la visita. Su interior está adornado con exquisitos azulejos azules y blancos, elaborados por Policarpo de Oliveira Bernardes en 1736, que representan escenas de la vida del santo.
La Capilla de São Filipe es una obra maestra del arte barroco, con sus paredes completamente cubiertas de intrincados azulejos que narran historias religiosas con gran detalle. La capilla rectangular, con su techo abovedado y altar ornamentado, ofrece un refugio sereno dentro de la fortaleza, invitando a la contemplación y admiración de su belleza artística.
En el siglo XVII, durante el reinado del rey João IV, las defensas del fuerte se ampliaron con la adición de una batería inferior para mejorar su cobertura de artillería del acceso al río. Esta expansión fue crucial para mantener la importancia estratégica del bastión, especialmente durante los tiempos tumultuosos de la Guerra de Restauración Portuguesa.
La fortaleza también jugó un papel durante la era pombalina en el siglo XVIII, sobreviviendo al devastador terremoto de 1755 y sirviendo como escuela de artillería. Sin embargo, un incendio en el siglo XIX destruyó la casa de mando, marcando un período de declive para la fortificación.
En el siglo XX, los esfuerzos por conservar y restaurar la fortaleza comenzaron en la década de 1940. En 1964, se adaptó como Pousada, parte de la red de posadas históricas de Portugal, ofreciendo a los huéspedes una estancia única dentro de sus antiguas murallas. Aunque la Pousada cerró en 2014, iniciativas recientes han revitalizado partes del sitio, incluyendo un bar y terraza, permitiendo a los visitantes disfrutar nuevamente de sus impresionantes vistas.
Hoy en día, el Castelo de São Filipe se erige como un monumento nacional, invitando a los visitantes a explorar su pasado histórico y disfrutar de las vistas panorámicas que ofrece. Ya sea que seas un entusiasta de la historia o simplemente busques una escapada escénica, la fortaleza proporciona una experiencia memorable que combina patrimonio cultural con belleza natural.
El viaje al castillo en sí es una aventura, serpenteando a través de los exuberantes paisajes del Parque Natural de Arrábida. Una vez en la cima, la vista es simplemente espectacular, con la extensa ciudad de Setúbal a sus pies y las aguas brillantes del Atlántico extendiéndose hasta el horizonte.
El Castelo de São Filipe es más que un sitio histórico; es un símbolo de resiliencia e ingenio estratégico. Sus muros han sido testigos de siglos de cambios, desde sus orígenes en la defensa medieval hasta su papel moderno como un hito cultural. Una visita a esta fortaleza es un viaje al pasado, ofreciendo una visión del rico pasado de Portugal y el espíritu perdurable de su gente.
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