Ubicada en el corazón de Écija, España, la Iglesia de Santa Cruz (conocida localmente como Iglesia de Santa Cruz) se erige como un testimonio de siglos de evolución religiosa, cultural y arquitectónica. Esta imponente iglesia, situada en la Plaza de Nuestra Señora del Valle, no es solo un lugar de culto, sino también un hito histórico que ofrece una ventana al rico pasado de Écija. Con su majestuosa torre y detalles intrincados, la Iglesia de Santa Cruz es una visita obligada para cualquiera que explore este encantador pueblo andaluz.
La historia de la Iglesia de Santa Cruz está profundamente entrelazada con la historia de Écija. Los restos más antiguos de la iglesia datan del período visigodo, lo que la convierte en un sitio de gran relevancia arqueológica e histórica. Durante esta época, sirvió como sede de los prelados astigitanos, y hoy en día, los visitantes aún pueden ver dos antiguos capiteles en el patio norte y un fascinante sarcófago del siglo V en el altar mayor. Este sarcófago, descubierto en 1885, presenta escenas bíblicas intrincadamente talladas en piedra, ofreciendo una visión del arte cristiano temprano de la región.
A medida que las mareas de la historia cambiaron, también lo hizo la Iglesia de Santa Cruz. Durante el dominio musulmán del siglo VIII al XIII, el sitio albergó una de las mezquitas de Écija. La torre actual de la iglesia está construida sobre los cimientos del minarete de la mezquita, simbolizando las capas de historia que este sitio abarca.
Tras la Reconquista, cuando Alfonso X reclamó la ciudad en 1263, la mezquita fue transformada en una iglesia cristiana bajo la dedicación a Santa Cruz en Jerusalén. Este período vio la construcción de una nueva iglesia de estilo mudéjar, cuyos elementos, como el arco bellamente decorado en el patio norte, aún sobreviven hoy en día. La iglesia sufrió importantes renovaciones en 1730, particularmente la torre, que adquirió su forma actual.
La Iglesia de Santa Cruz es un espléndido ejemplo de arquitectura neoclásica, aunque su construcción fue interrumpida por el devastador terremoto de 1755. Se tomó la decisión de reconstruir la iglesia en un estilo neoclásico, y el ambicioso proyecto comenzó en 1776. A pesar de las dificultades financieras que dejaron la iglesia incompleta, las partes que se completaron para 1836 son un testimonio de la grandeza de la visión original. La iglesia presenta un plan de salón con tres naves y un diseño en forma de cruz, coronado por una cúpula sobre el crucero.
El interior de la iglesia es una mezcla de varios estilos arquitectónicos e influencias artísticas. El altar mayor, que data del siglo XVIII, perteneció originalmente al Convento de la Concepción de los Mercedarios y está dedicado a la Virgen del Socorro. El diseño del altar, atribuido al círculo de Jerónimo Hernández alrededor de 1575, es un impresionante ejemplo del arte de la época.
Una de las características más destacadas de la iglesia es su torre. Única en Écija por su base rectangular, la torre es una descendiente directa del diseño utilizado para la Giralda de Sevilla por Hernán Ruiz II en 1568. La apariencia actual de la torre es el resultado de renovaciones llevadas a cabo a lo largo del siglo XVIII, convirtiéndola en un hito prominente en la ciudad.
Al entrar en la Iglesia de Santa Cruz, te reciben una gran cantidad de tesoros artísticos e históricos. En la nave del Evangelio (lado izquierdo), se encuentra el Camarín de la Virgen del Valle, la patrona de la ciudad. Esta capilla conduce al Museo de Arte Sacro, que alberga una impresionante colección de platería del siglo XVIII, muebles, pinturas, esculturas y casullas bordadas. Entre los puntos destacados se encuentra un atril de arte Namban hecho en Japón durante el período Momoyama en 1573, y una gran Custodia de Asiento de Francisco de Alfaro Hernández de 1586, elaborada en plata dorada.
La iglesia también presenta varios retablos notables. En la nave del Evangelio, un retablo alberga la imagen de Jesús Nazareno Abrazando la Cruz, atribuida al círculo de Pedro Roldán del siglo XVII. Cerca, se pueden ver las imágenes de María Santísima de la Amargura, elaborada por Antonio Castillo Lastrucci en 1965, y San Antonio de Padua. El retablo barroco en el crucero, originalmente del desaparecido Convento de San Agustín, es otra obra maestra. Presenta la realista imagen de Cristo de la Sangre por Gaspar del Águila de 1567, flanqueada por estatuas de la Virgen de los Dolores, San Agustín y Santa Mónica.
En la nave de la Epístola (lado derecho), los visitantes pueden admirar un retablo neoclásico que representa el milagro de San Pablo, junto con una estatua de la Inmaculada Concepción. Otro retablo está dedicado a San José, con una figura académica del santo del siglo XVIII, acompañada por estatuas de Santa Inés y otro santo. La capilla también alberga un retablo con una pintura de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, una obra anónima del siglo XVIII.
La sacristía de la iglesia, completada en 1847, es otro punto destacado, mostrando la meticulosa artesanía de la época. La sacristía presenta una doble serie de sillas talladas con motivos decorativos, coronadas por figuras de apóstoles, mártires, obispos y ángeles, todas datadas del segundo tercio del siglo XVIII.
Adyacente a la iglesia, el patio norte, una vez el sitio del Patio de los Naranjos y el Sagrario de la antigua iglesia, aún contiene varios arcos y columnas de construcciones anteriores. Esta área estaba destinada a un nuevo Sagrario conectado a la iglesia, pero el proyecto fue abandonado poco después de comenzar.
La Iglesia de Santa Cruz no es solo un monumento histórico; es un testimonio vivo de la fe duradera y el patrimonio artístico de Écija. Sus paredes y altares cuentan historias de siglos pasados, desde la era visigoda hasta el presente. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, una visita a la Iglesia de Santa Cruz ofrece una experiencia profunda y enriquecedora que dejará una impresión duradera.
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